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domingo, 8 de mayo de 2011

Obsolescencia Programada I

Desde que somos pequeños, los padres luchan por enseñarnos a ahorrar y a pensar bien cuándo comprar algo, es decir, hacerlo sólo si es necesario, sin derroche (aunque bien nos podemos dar al menos un pequeño capricho alguna vez pero a consciencia). Sin embargo, el duro trabajo de estos cuidadosos padres se está viendo muy afectado en una lucha que están comenzando a perder contra la Obsolescencia Programada que habita ya no tan dormida en nuestra sociedad, muy basada en el consumismo.
La Obsolescencia Programada nos hace comprar objetos mucho antes de que realmente los lleguemos a necesitar de verdad. Aunque, en un cierto modo, esto ayude a la economía del sistema capitalista, también destroza el medio ambiente y, menos visto, a las personas, incapaces ya de sostener un “no, no lo necesito” con tanta facilidad y fuerza que antaño.
            Cuando llegamos a casa después de una larga tarde de compras, es muy probable que no repares en lo que has gastado el dinero, pero seguro que tiempo después le echas un vistazo y con muchas cosas acabas preguntándote. “¿Y esto? Pero si el otro que tengo funciona, no lo necesito” o bien, en la misma tienda, acabas comprando dos objetos iguales “por si las moscas”.
            No sé si es por la sociedad tan pegada al “presente” en la que vivimos si es que no nos damos cuenta del daño que esto conlleva para el medio ambiente os i realmente somos tan inconscientes o tan ciegos que creemos que los que vendrán después de nosotros ya lo solucionarán. Un crudo error que nos acabará costando caro, y si no es a nosotros, a nuestros más inmediatos descendientes.
            Personalmente, me parece horrible que la sociedad se mueva por estos hilos sin sentido mientras que los objetos como la Bombilla de 100 años de América o las medias de nylon tengan que ser desechados porque no permiten ser consumidos tantas veces por su duración. ¡La de malos que se le podrían haber ahorrado al Mundo con esto magníficos inventos! Podría usarse el resto de dinero y materiales en otros objetos que podían llegar a ser imprescindibles, o mejor, podrían haber habido un gran cambio en el Tercer Mundo.
            Los padres lo llevan muy crudo para mantener en sus hijos las buenas enseñanzas que les enseñaron de jóvenes, que acabarán cayendo muy probablemente en la “tentación” programada.
¡Pero cómo no! El ser humano, en su más pura esencia, es más egocéntrico y posesivo, sobretodo si hay dinero de por medio, que entonces se convierte en la fiera número uno del zoo. 

L

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